El día de mañana

por un río perdido entre namorados donde somos nosotros y las montañas están locas por la magia ellas jugaban con fuego como si fuera una guerra con todo lo verde en juego y con horas de muerte con fortalezas que giraban para albergar los tesoros y cuidarlos muy bien pues son muy sensibles y nos fuimos abrazados como atontados y atónitos aturdidos por los sollozos estridentes que salían de los niños en manos de soldados con sed de sangre.

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